EL TIEMPO DE WILLIAM BLAKE
No hay mucho por creer que el tiempo sea
una dádiva eterna, un don sagrado,
como pensaba Blake de esa marea
infinita de días y pasado.
Hacía ver que todo le era dado
de un modo sustantivo, o de albacea,
desde cuyo supuesto apostolado
debía hacerse pura toda idea.
Desde entonces la noche es más oscura,
y es el tiempo una música arreglada
que, toma el texto de una partitura
oculta de razón, atosigada
de himnos ambrosianos, a la altura
de una gracia divina o revelada.
Manuel Martínez Acuña
Maracaibo 4/8/05
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